Seamos como el agua



"Una consistencia tonta es el duende las mentes pequeñas. Adorada es ella por pequeños estadistas, filósofos y teólogos." Ralph Waldo Emerson

A partir de la segunda década del siglo XX, empezó a tomar forma una interesante terapia que apuntaba al mejoramiento del desempeño humano. Su creador, Alfred Korzybski, sostenía que muchos de nuestros problemas radican en la manera como usamos el lenguaje. A partir de sus hipótesis surgió E-Prime, una forma de hablar inglés sin utilizar el verbo to be

Lo que se busca limitando el uso del verbo to be, es corregir un error de identificación  con esencias aristotélicas. Por ejemplo, al decir: "soy tímido", una persona puede confundir esta etiqueta con una condición inmutable que no vale la pena tratar de cambiar. E-Prime considera que los seres humanos no somos una esencia congelada en el tiempo, sino un proceso que al reconocer la retroalimentación que su entorno le está dando, puede modificar el curso que ha llevado. 

Encuentro un eco de esta idea en el trabajo de Carol Dweck quien en su libro Mentalidad de Crecimiento, describe el efecto negativo de elogiar la inteligencia de los aprendientes. Dweck sostiene que el utilizar el lenguaje encasillante hace que el alumno piense que los resultados que está obteniendo, son producto de una cualidad innata y no de un esfuerzo sostenido por un largo tiempo. 

Teniendo en cuenta en lo anterior, nos convendría revisar las etiquetas que hemos venido poniéndonos para ver en qué medida han torpedeado nuestros procesos de desarrollo. El sabernos procesos nos permite continuar trabajando en la evolución de nuestro diálogo con la vida. Las nuevas ideas que surgen de este diálogo nos sirven para resolver los retos presentes y capotear de mejor manera el devenir.  

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